Como nueva practicante de Pilates, al llegar a tu primera clase, recibes una lluvia de información sobre la alineación, la respiración, la colocación para realizar una práctica segura, etc…

Sin embargo, hay una serie de principios que son la base técnica de la creación de este método, y poder incorporarlos te permitirá aprovechar al máximo tu práctica y obtener cada uno de los beneficios que brinda esta disciplina, así como ejercitar cada músculo de tu cuerpo, lograr conectar contigo misma y trabajar en un cambio desde adentro hacia afuera.

Son muy fáciles de entender por si mismos. El arte de la Contrología (así denominó originalmente Joseph Pilates a su método) radica en ponerlos todos juntos en práctica, aún y cuando estés realizando el movimiento más sencillo de la clase.

Mi recomendación personal es que al principio los vayas integrando de uno en uno y poco a poco con paciencia, dedicación y constancia los irás interiorizando, dándote así el tiempo y el espacio para notar la calidad de cada movimiento aprendido.

Cada vez que realices un movimiento mantén tu mental focus en lo que tu cuerpo está haciendo, en cómo lo está haciendo, en qué estás sintiendo mientras lo estás ejecutando. Uno de mis maestros favoritos siempre dice, “La concentración es el puente entre la conciencia y el movimiento”.

Seguramente ya habrás escuchado el término powerhouse y su relación con cada movimiento de Pilates. A menudo el área abdominal se describe como la “segunda columna vertebral” ya que todos los movimientos emanan desde el centro, pero J. Pilates no sólo se refería a nivel físico, sino también hablaba de la unión mente, cuerpo y espíritu como un todo.

Este es uno de los principios más difíciles de dominar, ya que la respiración natural en estado de relajación es la respiración abdominal y hoy en día estamos bajo un estrés constante que hace que nuestra respiración sea corta y agitada.

Al ejecutar la respiración lateral o intercostal nos permite “traernos” al aquí y ahora, a nuestro presente, manteniendo conectados los estabilizadores profundos del tronco (diafragma, transverso abdominal, oblicuos, suelo pélvico y multífidos) lo que proporcionará mayor estabilidad en la columna y en la pelvis.

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